Las redes sociales, por supuesto, representan el epítome de esta vida conectada: estamos continuamente produciendo y consumiendo información, creando una vorágine de datos que circulan en todas direcciones, todo el tiempo. De acuerdo con datos del Interactive Advertasing Bureay en México _ asociación que agrupa a las empresas de publicidad interactiva en los principales mercados del mundo_ 37% del tiempo que se consume en medios es digital, en tanto que tres de cada cuatro personajes (74%) afirma que no saldría de su casa sin lleva su smartphone.
Este entorno digital plantea un desafío para quienes nos dedicamos a la comunicación política. Navegamos en un océano paradójico. Por un lado, es sencillo pasar desapercibido entre el gran volumen de información que se genera minuto a minuto; pero por el otro, una simple onda en el agua puede expandirse hasta devenir en un maremoto. En ambos casos, no se puede avanzar si no se cuenta con los instrumentos de navegación necesarios. Ir por ahí sin una brújula o sin la preparación adecuada es, por decir lo menos, temerario.
¿Qué se necesita para sobrevivir en esta travesía? El prime paso es medir. El estratega debe saber hacer uso de herramientas de escucha, así como emplear una metodología para administrar el desempeño. El buen manejo de métricas, analíticas y estadísticas es una habilidad invaluable para esta labor y, como bien dice la administración clásica, solo aquella meta que se puede medir, se puede alcanzar.
En segundo lugar, es crucial saber cómo viralizar historias. Un contenido (sea una imagen, un video, una frase) que no se mueve, no existe. En internet, la información debe circular para aumentar su alcance de manera exponencial y llegar a la mayor cantidad de individuos posibles. Para ello, es indispensable mantenerse al día, utilizar las técnicas mas novedosas para liberar el potencial de las redes sociales.
Por último, resulta crucial saber construir la narrativa correcta. No solamente debe ser creíble y pertinente _características imprescindibles_ sino que debe contar una historia con base en una estructura y una lógica de pensamiento. Una narrativa no se genera a través de la improvisación, sino mediante una arquitectura que permite al personaje (y al relato) seguir una línea específica
De este modo, la supervivencia en el entorno digital tiene un término en común: la preparación.
García Almaguer, Marcelo: Crisis Viral. (2017). Puebla. IEXE Editorial.